Vásquez Rocca, Adolfo, "Sloterdijk y el imaginario de la Globalización. Mundo sincrónico y conciertos de transferencia", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, Nº 24 | Julio-Diciembre.2009 (II) pp. 301-312
http://www.ucm.es/info/nomadas/24/avrocca2.pdf
ESTÉTICA DE LA VIRTUALIDAD, GLOBALIZACIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DEL MUSEO COMO PROYECTO ILUSTRADO _ FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA Y TEORÍA DEL ARTE MODERNO_ DR. ADOLFO VASQUEZ ROCCA
Vásquez Rocca, Adolfo, "Sloterdijk; Psicopolítica, Globalización y Mundo interior del Capital", En ARQCHILE.CL ©, Portal Latinoamericano de Arquitectura, ISSN 0718-431X, Concepción, ISSN 0718-431X, Nº 16 - Agosto - Septiembre, http://www.arqchile.cl/publicacion_sloterdijk.htm
Estética de la virtualidad y deconstrucción del museo como proyecto ilustrado ScIELO Dr. Adolfo Vásquez Rocca
https://www.academia.edu/7152837/ESTETICA_DE_LA_VIRTUALIDAD_Y_DECONSTRUCCION_DEL_MUSEO_COMO_PROYECTO_ILUSTRADO
Estética de la virtualidad y deconstruccióndel museo como proyecto ilustrado1. Dr. Adoldo Vśquez Rocca
1
Vásquez Rocca, Adolfo; Artículo publicado originalmente en Revista
NÓMADAS Nº 28 – 2008, Instituto de Estudios Sociales
Contemporáneos, Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Arte
–Universidad Central, Colombia, pp. 122 – 127.
http://www.ucentral.edu.co/NOMADAS/nunme-ante/26-30/28/11-ESTETICA%20ADOLFO.pdf
Estética de la virtualidad y deconstrucción del museo
ESTÉTICA
DE LA VIRTUALIDAD
Y DECONSTRUCCIÓN
DEL MUSEO COMO PROYECTO ILUSTRADO1.
1.-
Megalópolis, transformación del
estatuto del arte y cultura global.
En
la ciudad global, en la megalópolis hiper-conectada y sus carreteras
de la información –entre el flujo y la densidad de las
unidades de datos– nos desplazamos entre figuras y
entidades híbridas, espectros de una cultura post humana,
capturadas y encapsuladas en bloques de bits.
Las
nuevas mega-ciudades con sus sofisticados proyectos de desarrollo
urbano, basados en su prioritaria preocupación por la conexión
inmediata a otras ciudades globales y el desarrollo de
megaestructuras arquitectónicas multifuncionales y autosuficientes,
han provocado la desertificación del entorno y gestionado el
hábitat sofocado de los nuevos centros
comerciales, recintos feriales y estadios cubiertos. Son los nuevos
invernaderos, caparazones para una vida que apunta –en la era del
capitalismo integral– a la total absorción del mundo exterior en
un interior planificado en su integridad2.
Asistimos
así a la transformación del estatuto de lo real y a la
diversificación de las formas de producción de verdad
y circulación de ideas y obras, con la consiguiente aceleración de
su difusión telemática, así como a los procesos de descentramiento
que instalan al arte en un nuevo horizonte de interactividad y
resonancias políticas globales.
Es
en este contexto donde cabe revisar las funciones del museo,
principalmente en su rol de archivo que fija la verdad del arte, esto
es, como el dispositivo fundamental de la auto-reflexión en orden a
construir un imaginario epocal en el cual reconocerse, ejercicio
verticalista desde el cual se pautea la cultura y se administra el
gusto.
Hoy,
en nuestras sociedades líquidas, del flujo y la deriva de la
identidad, el arte no puede ser fijado e inmovilizado para ser objeto
de procesos de indexación, hoy –como nunca- arte
y vida se codeterminan y se copertenecen3
y ha sido, precisamente
la digitalización de las imágenes, su tránsito e incluso su
constante y aleatoria modificación por parte de usuarios que
comparten en la Web sus licencias creativas, lo que configura nuevas
formas de transferencia de conocimientos y tránsito de imágenes en
una nueva comunidad virtual sin centro y sin periferia. Una red que
se articula a partir de un entramado de navegaciones o trayectos
enlazados y federados: multilíneas en paralelo, que pueden ser
contempladas en su conjunto, de modo horizontal. Esto funda un nuevo
orden de visibilidad y tránsito de imágenes, uno abierto a los
puntos de contraste y fractura con los discursos canónicos,
unidimensionales y políticamente correctos, a la vez que propicia la
creación cooperativa y la acción colectiva de inteligencias. Es
precisamente aquí donde el descentramiento aparece como la
estrategia más efectiva para deconstruir la lógica del discurso
único, de “la verdad del arte” que precisamente el museo
tradicional lucha por preservar. Así pues se enfrentarán esta
memoria despótica, archivística y docu-monumental del museo con la
memoria relacional, inter-productiva de las tecnologías
informáticas.
2.-
Virtualidad, producción simbólica y régimen de visibilidad.
Debe
considerarse, por más que parezca evidente, que el museo no siempre
ha estado ahí, ni seguramente estará ahí para siempre. Como
cualquier otra institución humana es una institución que hay que
situar social, histórica y epistémicamente, que pertenece a un
determinado proyecto cultural, civilizatorio incluso cabría decir, y
que cobra sentido como parte de un conjunto de prácticas de
representación y asentamiento de la verdad muy específicas
correspondientes a una época. El museo, como institución epocal, no
puede por tanto ser ajeno a las transformaciones
tecnológico-comunicativas, ni a los modos de producción artística
y cultural derivadas de dichas transformaciones, viéndose afectadas
las formas de representar simbólicamente, de construirse la verdad y
la memoria, las notas identitarias que le permiten al ser humano su
autocomprensión y – con ello– su sentido de pertenencia e
inclusión en las comunidades con que se identifica y en las que se
reconoce4.
En
las sociedades informatizadas y globalizadas el museo ha sido
desplazado en su rol hegemónico de administrador del régimen de
visibilidad de una cultura, de dispositivo
de verdad, para dar paso a nuevas prácticas artísticas –asociadas
a la digitalización y virtualidad– de la producción simbólica
de imágenes y relatos,
de estrategias de
reconocimiento siempre provisionales, propios de las identidades en
fuga, y del tránsito constante del animal que se desplaza en
asentamientos nómadas. Este activismo a la vez político y medial
que propician los dispositivos digitales de interacción social
generan modos de comunicación directa entre los ciudadanos, no
mediados por el interés de las industria de la cultura o los
aparatos del Estado.
La
introducción en el imaginario colectivo del ciberespacio abre nuevos
horizontes políticos y nuevas relaciones de poder. Espacios de
redefinición constante de las prácticas discursivas y ensayo de
nuevas subjetividades.
Así,
en ausencia de patrias los hombres fijan sus huellas, y gestan
imaginarios tribales –en
los que reconocen filiaciones acotadas y pertenencias locales a
determinados nichos comunitarios. De modo que nuestros
desplazamientos en la web debieran propiciar nodos
capaces de introducir en nuestra experiencia interconectada,
reflexividad, interacción y diálogos mínimos en el gueto de
nuestra ciudadanía internaútica.
No
estamos, por tanto, ante la idea de un todo simultáneo y su
representación correspondiente. La idea de redes refiere a múltiples
trayectos individuales –que
se entrecruzan, a menudo chocan, y otras se interrelacionan–
más que a la pertenencia a un conjunto homogéneo y estable. Aquí
se subraya sobre todo el carácter constructivista que asume la
navegación por la red.
Esto
es determinante para todo el discurso postmoderno, abierto a los
puntos de contraste, fractura y sospecha sobre todo texto y –porque
no señalarlo – sobre el autor que lo ha articulado. Es
precisamente aquí donde el descentramiento aparece como la
estrategia más efectiva para deconstruir la lógica del discurso
único, la tiranía del principio de no contradicción y la voluntad
de sistema a él adherida.
3.-
Valor de verdad del arte y la deconstrucción del proyecto de museo
ilustrado.
Sin
duda esa pérdida del “valor de verdad” del arte por parte del
museo está vinculada a toda la crítica que la vanguardia realiza al
proceso de fetichización de que el museo forma parte. A partir de
ello, el museo comienza a dejar de ser el lugar propio de la verdad
del arte5.
Para las vanguardias el museo tiende cada vez menos a ser ese lugar
de realización de la verdad del arte y a ser concebido más como el
lugar de su muerte, de su falsificación. La consigna adorniana de
museo como “mausoleo” da cuenta de este distanciamiento de las
vanguardias, y toda la tradición del museo sin paredes o la del arte
público –sacado a la calle–, que explicita esta desconfianza
creciente en el arte de museo, que rinde cuentas cada vez más a la
lógica del espectáculo y la industria cultural– y menos en su
potencial de producción cognitiva, de verdad.
Aquí
no podemos dejar de apuntar lo paradojal que resulta el hecho de que
si bien las vanguardias históricas anatematizaban del museo como
panteón del arte, ellas sólo se vieron consagradas cuando fueron
acogidas en sus salas, únicas garantes de la relevancia de la obra
y, en consecuencia, sacralizadoras del arte: exactamente la función
tan denostada por los autores de las obras que colgaban de sus muros.
Esta observación, pese a todo, no contradice nuestra tesis central
acerca del rol sacralizador del museo., sino que más bien la
confirma.
Ahora
bien, los cimientos del museo han sido socavados desde varios
frentes: éste que hemos venido analizando, el desmantelamiento del
concepto de museo operado desde la crítica cultural ha removido
parte importante de los cimientos del panteón, pero los procesos de
banalización de la cultura han hecho también su parte; la
deriva del museo al territorio de la industria cultural y el
entretenimiento ha propiciado esa particular dinámica de percepción
propia del turismo cultural, aquella que Benjamin teorizará al dar
cuenta de cómo se introduce una inclinación a la percepción
distraída, no reflexiva.
En
la era digital el museo ha sido –también– objeto de una
desterritorialización; con la emergencia de las galerías virtuales
y la desmaterialización del arte, el tránsito y circulación de
bienes culturales ha asumido nuevas formas, desarticulando el
hegemónico circuito de exhibiciones, dando paso a una nueva escena
artística, donde el arte puede estar en todas partes a la vez, sin
centro y sin periferia.
El
museo es heredero del mismo programa ilustrado de la Enciclopedia.
Caracteriza a los conocimientos el hecho de que se acumulen como un
capital: un capital que pertenece a una humanidad ilustrada en su
conjunto y que adquiere el sentido
de verdad
por obra de teóricos y privatizadores del saber, sobre todo, por las
clases gobernantes y sus portadores de secretos. Las ciencias
empíricas –con sus géneros literarios filiales se registran en el
gran libro de la teoría neo-europea; fueron los franceses ilustrados
los que con su característico genio práctico, ya a mediados del
siglo XVIII, llevaron a cabo el proyecto de la Enciclopedia6.
Del mismo modo la concepción moderna del museo es un hecho
relativamente reciente, también surgido con caracteres precisos de
autoconciencia y de voluntad programática a partir de la mitad del
siglo XVIII como parte de la afirmación y difusión de la cultura
ilustrada. El paso de privado a público de las colecciones de arte
transcurre de diversos modos en la Europa del siglo XVIII,
relacionado con la consolidación del concepto del patrimonio
artístico, como bien de la colectividad. El decreto por el cual la
Asamblea Nacional transformaba las colecciones reales del Louvre en
el Musee
Central des Arts
asume el valor de inicio de una nueva era en la historia del museo.
El
archivo, como depósito de memoria, es pues hijo directo del
racionalismo ilustrado, que aspira a la clasificación total del
saber. El museo, como invención del siglo XVIII inspirado en el
espíritu de la Ilustración, parte del principio de ordenación del
saber. La transformación de la colección palaciega en museo no
significa sólo el paso de los objetos de arte de una estancia en
palacio, y por tanto de carácter privado, a un edificio destinado a
tal efecto y con finalidad pública, sino por la aplicación de los
principios enciclopédicos a la clasificación y catalogación de las
obras de arte, de modo tal que las funciones del museo están
estrechamente vinculadas a la Academia y al proyecto ilustrado de la
formación de un gusto público, esto en el ciego convencimiento de
la universalidad del arte y la cultura.
Si
bien no parece necesario mostrar aquí -en su detalle- como este
sueño ilustrado ha sido roto en la posmodernidad con el desmontaje
del cuadro y del rito contemplativo de la pintura (de la
sacralización del aura, de la fetichización de la pieza única)
realizado mediante la crítica a la tradición aristocratizante de
las Bellas Artes; del cuestionamiento del marco institucional de
validación y consagración de la ‘obra maestra’, de las
historias del arte y del museo. Sí cabe
atender
a la génesis del proyecto museo
ilustrado dado que éste en sus últimos
enclaves de resistencia sigue vinculado a intereses de clase y de
dominación cultural, cumpliendo su hegemónico rol conservador, de
salvaguarda del establishment
cultural, de administrador interesado y parcial de un imaginario
particular, que intenta presentarse despóticamente homologado con la
cultura perenne, resistente a los avatares del tiempo y sobretodo a
las embestidas de las vanguardias con su agitación y propuestas
rupturistas en el plano político-estético, irrumpiendo como lo han
hecho con un nuevo régimen de visibilidad, produciendo las
transformaciones de lo artístico.
4.-
Las transformaciones del estatuto de lo artístico.
Como
vemos, y esto no sólo en la esfera de la virtualidad, lo artístico
ha alcanzado un estatuto ontológico propio como instancia de
interpelación de lo real. Esto acontece con el arte que ha devenido
un ejercicio crítico, cercano al arte conceptual y a las
performances, movimientos que se han constituido en una resistencia
frente a la estetización de lo banal amparada por un proceso de
masificación del gusto y del juicio estético; así como por la
perdida de sentido histórico hasta convertir las obras en objetos
cosméticos y ornamentos superficiales, averiados en su sentido.
El
proceso de globalización del consumo de arte, donde el gusto ha
devenido "elitismo de masas", ha dado lugar a una
"cultura estetizada" en la que proliferan las masas de
turistas que invaden los museos y galerías, que consumen información
artística con una actitud de shopping propia de la sociedad del
espectáculo y el imperio de la moda, devorando las producciones
artísticas -sobretodo las audiovisuales que exigen un menor
esfuerzo. Prolifera así una estética que reivindica el "mundo
del arte", es decir, "todo lo que tiene que ver con el arte
exceptuando el arte mismo"7:
la empresa cultural que gira en torno al artista, desde los críticos
conciliadores, los curadores convertidos en súper-estrellas, pasando
por los compradores, hasta los snobistas, la farándula y los
pseudo-intelectuales8.
Paralelo
a estas elitistas prácticas mercantiles y al obsceno gusto
decorativo e indigesto en auge, se produce una tendencia a aligerar
el arte de su contenido crítico, de su actitud transgresora,
innovadora y –por
momentos–
corrosiva; se trata de una particular tendencia a despolitizar el
arte, restándole toda fuerza de ruptura e innovación. El arte
contemporáneo ha dejado de ser cáustico como lo fueron las
vanguardias de los años '20. No se debe ser ingenuo y subestimar la
habilidad con que el sistema de convenciones institucionales ha
logrado reingresar constantemente el gesto iconoclasta al inventario
calculado (razonado) de las desviaciones permitidas, neutralizando
así el ademán irreverente y reeducando el exabrupto9.
5.-
El arte se repliega en sí mismo
Como
lo señala Sloterdijk en “El arte se repliega en sí mismo”:
“Los museos, bienales y galerías son las instituciones actuales
para la producción de visibilidad estética, y la misma producción
estética se haya irremisiblemente colonizada museística y
galerísticamente. Allí donde hay una galería, hacia ella fluye el
arte de galería”10.
De
este modo la producción del arte gira en torno a la producción de
exposiciones. El aparato moderno de mediación del arte se ha
instalado como una máquina de mostrar que desde hace ya largo tiempo
es más poderosa que cualquier obra individual a exponer. De allí
también el protagonismo que han adquirido los curadores –dado que
se les consigna el rol de editar, esto es, de dar un sentido a un
conjunto de producciones que si no fuera por la unidad dada por el
crítico como interprete super-dotado las obras aparecerían en su
radical autonomía, dispersas, sin animo de suscribir ninguna teoría
del arte, ni adscribirse a tendencia alguna que le reste peso de
realidad a su radical voluntad expresiva -necesariamente individual-
insurrecta y resistente a ser subsumida en un catalogo
homogeneizador. La producción de exposiciones, con su
correspondiente tranza bursátil, su núcleo mercantil y la puesta en
escena fashion como parte de las estrategias socializadoras con que
el mercado del arte y la sociedad de espectáculo coquetea con una
clase intelectual cada vez más farandulera, seducida por los flash y
la ocasión socialite
ampliada en las páginas sociales de algún prestigioso matutino.
Esta corte
con sus flancos publicitarios, sus sistemas de influencia y
especulación se ha vuelto autónoma por encima del valor de las
obras expuestas y no muestra en última instancia ningún otro poder
creativo que el suyo propio, el de la exposición misma. Como
certeramente apunta Sloterdijk en la presentación de una exposición
en Alemania “El arte se repliega en sí mismo”11:
El negocio del arte tiene como conflicto su hacerse visible. El
negocio del arte es así un sistema de celos y exhibicionismo. En él,
el deseo de las obras consiste en convertirse en objetos de deseo. El
mercado los hace sensuales, el hambre de deseo los hace bellos, la
obligación de llamar la atención genera lo interesante12.
Pero
en su fuero íntimo las obras desean sustraerse al régimen de
visibilidad, es decir, replegarse sobre sí misma. Casi nada en ella
ofrece superficies vulnerables a la mirada. La obra permanece
plegada, enrollada en sí misma, encuadernada en sí misma, por así
decirlo, cerrada. Su día de exposición y despliegue no es hoy, tal
vez ya no lo sea nunca, tal vez no lo sea aún. No obstante tiene una
forma de existencia, aunque no una del tipo habitual. La presencia de
la obra no es ni la presencia de su valor ni de aquello que contiene
de visible. No se revela en su plenitud, se mantiene en un ángulo
agudo respecto al mundo, la curiosidad no puede leerla hasta el final
y consumirla, la mirada choca con las cubiertas. En algunos casos el
pliegue es tan denso que uno ni siquiera puede convencerse de si en
realidad hay obras en el interior. ¿Dónde está la pared blanca en
la que pueda ser extendida la totalidad de superficies plegadas? ¿No
sería bueno que existiera una pared así? ¿O esas obras han
rehusado por su cuenta dicha pared? ¿Se han resignado ante su
imposibilidad de ser descubiertas? ¿Están enfadas con la pared
blanca? En aquella otra pared hay un cuadro blanco sobre fondo blanco
o sólo un espacio, el vacío de un cuadro robado por su propio
pintor.
6.-
El negocio del arte como sistema de celos y exhibicionismo.
Las
obras no dejan percibir nada sobre sus experiencias con paredes y
galerías. Su historia previa cuenta poco en el momento. Su estar por
ahí tiene algo de repentino y casual. Ahora permanecen plegadas en
sí mismas ante nosotros, no alegan nada en su defensa, no muestran
enojo, no toman ninguna iniciativa contra sí mismas, se preservan.
Reclaman algo de espacio al margen, sin jactarse de su existencia.
Están en el margen, humildes como estanterías en una bodega;
puestas, no expuestas; colocadas unas junto a otras, no presentadas
en primer plano13.
¿Están
tristes esas obras? ¿Tienen nostalgia de las grandes paredes vacías?
¿Se sienten no realizadas en su íntimo ser-para-la-compra? ¿Simulan
ante las grandes exposiciones una capacidad para el exilio de la que
se arrepienten secretamente?
¿Pueden los artistas ensimismarse y convertirse en autistas, abandonar el arte sin exponer? Pero qué es lo que tendrían que abandonar realmente, tal vez sólo el sistema de galerías y visualidad social. Es decir aquello en lo que ya no está el arte, sino más bien donde se le encubre y enmascara.
Este
fue, sin duda, el sentido del gesto iconoclasta de
Beuys con su declaración de abandono del arte, con el que puso en
operación el sueño vanguardista de la disolución del arte en la
vida. Quizás haya que poder fracasar como artista para avanzar como
hombre. Quizás deban descansar incluso los mismos poderes creadores
de obra como terrenos ya demasiado explotados durante largo tiempo.
Los desmontajes de la felicidad creativa muestran al arte la
dirección para hacerse a un lado.
Pese
a todo, éste no es un tiempo del cual esperar mucho. Pronto
saldremos también de esta sala. Ninguna distancia habla ebria de una
futura gran felicidad. Pero lo visto es lo visto. ¿Qué es
visibilidad? Quizás la cotidianeidad de la revelación. ¿Qué es
entonces revelación? Que algo nos ilumine con su visibilidad. Cuando
estamos al aire libre. Cuando estamos tan afuera que el mundo se
muestra.
Adolfo
Vásquez Rocca
* Doctor en
Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de
Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de
la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de
Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades
de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007
es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un
Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial
Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director
del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de
Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Director de Revista
Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en
Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y
Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de
Investigaciones de Postgrado– UCM. Ha publicado recientemente el
Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de
climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la
Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.
|
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
1
Vásquez Rocca, Adolfo; Artículo publicado originalmente en Revista
NÓMADAS Nº 28 – 2008, Instituto de Estudios Sociales
Contemporáneos, Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Arte
–Universidad Central, Colombia, pp. 122 – 127.
http://www.ucentral.edu.co/NOMADAS/nunme-ante/26-30/28/11-ESTETICA%20ADOLFO.pdf
2Particularmente
en las artes se observa un refuerzo del papel de las instituciones
directamente ligado a programas de promoción de las ciudades, como
la implantación de grandes museos que albergan exposiciones
internacionales, inmensas edificaciones que contribuyen a la
espectacularización de las ciudades y el turismo cultural, lo que
conduce, a su vez, a un redimensionmiento de la producción
artística concebida para esos espacios.
3VÁSQUEZ
ROCCA, Adolfo, “El
Giro Estético de la Epistemología; La ficción como conocimiento,
subjetividad y texto”,
En Revista AISTHESIS, Instituto de Estética de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, PUC, Nº 40, 2006. p. 48.
4
MARCHÁN, Simón, [compilador], Real/Virtual
en la estética y teoría de las artes,
Barcelona: Paidós, 2006, p. 175
5MARCHÁN,
Simón, [compilador], Real/Virtual en la estética y teoría de
las artes, Barcelona: Paidós, 2006, p. 187.
6SLOTERDIJK,
Peter, Esferas II. Globos. Macroesferología, Siruela,
Madrid, 2004, p. 841
7GARDNER,
James, ¿Cultura
o Basura?,
Acento Editorial, Madrid, 1996, p. .24
8
FAJARDO
, Carlos. "Arte
de mediocre convivencia",
En: Magazín, El Espectador, Santafé de Bogotá, abril de 1999.
9VÁSQUEZ
ROCCA, Adolfo, "La
crisis de las Vanguardias artísticas y el debate
Modernidad-Postmodernidad",
En Revista Arte, Individuo y Sociedad. Revista Científica de la
Facultad de Bellas Artes, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID – Año
2005 – vol. 17.ISSN 1131-5598 pp.133 - 154
10SLOTERDIJK,
Peter, “El
arte se repliega en sí mismo. Presentación de una exposición
singular”,
En BRUMARIA prácticas artísticas, estéticas y políticas, Nº 1,
Verano 2002, Madrid.
http://www.brumaria.net/textos/petersloterdijk.htm
11
SLOTERDIJK, Peter, “El
arte se repliega en sí mismo. Presentación de una exposición
singular”,
En BRUMARIA prácticas artísticas, estéticas y políticas, Nº 1,
Verano 2002, Madrid.
http://www.brumaria.net/textos/petersloterdijk.htm
12
SLOTERDIJK, Peter, Ibid.
13SLOTERDIJK,
Peter, “El
arte se repliega en sí mismo. Presentación de una exposición
singular”,
En BRUMARIA prácticas artísticas, estéticas y políticas, Nº 1,
Verano 2002, Madrid.
http://www.brumaria.net/textos/petersloterdijk.htm
"LO
QUE ALICIA VIO AL OTRO LADO DEL ESPEJO; MODELOS PARA ARMAR MUNDOS.
PARADOJAS Y LÓGICA PARACONSISTENTE"
Dr.
Adolfo Vásquez Rocca, Revista Observaciones Filosóficas,