miércoles, 21 de agosto de 2024

BYUNG-CHUL HAN: LA SOCIEDAD DE LA TRANSPARENCIA, AUTOEXPLOTACIÓN NEOLIBERAL Y PSICOPOLÍTICA, POR ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA

Byung-Chul Han 

20 jun 2024 · La Columna Vertebral. Byung-Chul Han: la sociedad de la transparencia, autoexplotación neoliberal y psicopolítica, por Adolfo Vásquez Rocca.

 

 


 

 (Fragmentos del artículo : “Byung-Chul Han: la sociedad de la transparencia, autoexplotación neoliberal y psicopolítica. De lo viral-inmunológico a lo neuronal-estresante”, publicado en Nómadas, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, octubre 2017)

Byung-Chul Han es un filósofo de moda. Nacido en 1959 en Corea del Sur que ha desarrollado toda su carrera académica en Alemania en diálogo permanente con un amplio abanico de intelectuales, desde Heidegger hasta Marx, Foucault, Baudrillard y Benjamín. Se doctoró con una tesis sobre Heidegger. Sin embargo, su mérito coincide con su defecto: escribe de manera clara, directa y simple. No te chocarás en sus textos con ningún ‘eurístico’, más bien con palabras sin definición filosófica como ‘transparente’, dando por descontado que todos los lectores entendemos a qué se refiere. Y, en efecto, todos lo comprendemos, menos sus colegas, a quienes estas simplezas y sus éxitos editoriales hacen que lo vean con desconfianza. Un divulgador, piensan, como si se tratara de algo bajo: divulgar el conocimiento, con una base académica importante. Por eso elegimos recomendar un ensayo muy enriquecedor sobre su sobre su obra escrito por Adolfo Vásquez Rocca, en Nómadas, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas en octubre de 2017.

“Las obras de Byung-Chul Han —La sociedad del cansancio; La sociedad de la transparencia; La agonía de Eros; En el Enjambre y Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder — recurren a varias metáforas y figuras emblemáticas de la historia cultural y literaria para explicar la figura del sujeto de rendimiento. Sometido a un exitismo patológico y una auto-explotación productiva que entre otras consecuencias ha producido un declinar del deseo sexual o la agonía del eros. Ni siquiera el ocio o la sexualidad pueden rehuir el imperativo del rendimiento. El hombre contemporáneo se ha convertido en una fábrica de sí, hiperactiva, hiperneurótica, que agota cada día su propio ser diluyéndolo en un afán competitivo, de allí que el síntoma de nuestra época es el cansancio. El sistema neoliberal ha sido internalizado
hasta el punto de que ya no necesita coerción externa para existir. Asimismo La sociedad de la transparencia lleva a la información total, no permite lagunas de información ni de visión” y acelera el flujo de datos empíricos. El mundo es hoy un mercado en el que se exponen, venden y consumen intimidades. (…)”

“Este nuevo tipo de explotación es mucho más eficiente que la anterior porque “va unida al sentimiento de libertad. Con ello la explotación es posible sin dominio”. El neoliberalismo entiende al sujeto como proyecto y no como explotado. De esta forma el fracaso lo asume el sujeto: “no hay nadie a quien pueda hacer responsable de su fracaso”. Esta idea rebate la concepción de Benjamin (“el capitalismo es una religión”): el capitalismo no es ninguna religión porque “toda religión maneja las categorías de deuda (culpa) y desendeudamiento (perdón). El capitalismo es solamente endeudador”. El resultado es la depresión y el síndrome del agotamiento.”

Byung-Chul Han: La sociedad del cansancio - NeuroClass


“La sociedad disciplinaria de Foucault, que constaba de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con nuestra sociedad, en su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente, a saber: una sociedad de gimnasios, torres
de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento.32 La topología de la iedad del rendimiento se compone así de aeropuertos, torres de oficinas, shopping mall, escaparates bien iluminados, grandes ventanales y espacios abiertos. Los espacios de la sociedad disciplinaria son lugares cerrados y en penumbra, sustraídos a la vista, regimientos, centros penitenciarios, manicomios y fronteras. Una vez más el cambio parece positivo: se ha pasado de la opacidad y el secreto de una sociedad basada en relaciones de enemistad (conflicto) a la transparencia de un mundo donde lo otro ha sido transmutado en accesible y cercano. De allí que Han insista en La sociedad de la transparencia, que el problema reside en que la transparencia, que parece (y se presenta como) voluntaria, resulta ser obligatoria.”

“Es en la sobreabundancia de lo idéntico, en ese exceso de afabilidad que no crea anticuerpos, que no genera ningún rechazo ni implica ninguna negatividad, donde Byung-Chul Han encuentra las razones para explicar la proliferación de los estados patológicos neuronales. La
violencia hoy ha dejado de responder a los esquemas inmunológicos virales de lo propio y lo extraño, como la planteaba Baudrillard. La violencia hoy es neuronal e inmanente al sistema, sentencia el autor, quien atribuye al “superrendimiento”, la “supercomunicación” y la
“superproducción” actual las razones que generan un colapso del Yo, en lo que denomina “infartos psíquicos”


 

“Con la irrupción de lo digital y la consiguiente pérdida de la distancia, donde el mundo se ha vuelto denso y todo acontece simultáneamente, es la era de la llegada generalizada, donde todo llega en el momento mismo de partir, es la reducción del mundo al espectáculo de su
simultaneidad, todo se ha vuelto parte de un espectáculo.”

“También la extrañeza se reduce a una fórmula de consumo. Lo extraño se sustituye por lo exótico y el turista lo recorre. El turista o el consumidor ya no es más un sujeto inmunológico. Se comprende ahora la metáfora inmunológica: la sociedad es un cuerpo que ha
desarrollado un sistema defensivo contra eventuales ataques bacterianos o virales: el cuerpo es el “yo”, el virus es el “otro”.

El “emprendedor de sí mismo” de la sociedad del rendimiento, señala Han en La sociedad del cansancio, está exhausto; sus enfermedades características no son víricas sino neuronales. Padecen depresión y un amplio espectro de trastornos por hiperactividad y fatiga neuro-funcional.

“Mientras que para la disciplina el verbo imperante era deber, en el rendimiento es poder; mientras que en la primera se obliga al individuo al trabajo, en la segunda se lo motiva apelando a su capacidad: ya no se conjuga tú debes sino tú puedes. Se produce así un aparente tránsito de la coacción a la libertad en tanto en cuanto se elimina la instancia externa que ordena y se estimula la autogestión y autoexigencia de quien se gobierna.
¿Por qué, sin embargo, este paso del deber al poder es solo aparentemente liberador? ¿Cómo podría el estímulo y la motivación conducir, en última instancia, al fracaso? La respuesta parece un acertijo: el “emprendedor de sí mismo” puede poder pero no puede no poder, es decir, poder constituye para él un deber. Han explica que hay dos formas de potencia: la positiva (decir “sí puedo”) y la negativa (decir “no puedo”—que se distingue netamente de la impotencia) y advierte de que si se elimina la segunda, si el individuo no puede decir
“no puedo”, se ve coaccionado para tener que poder siempre. El resultado: hiperactividad, agitación, histeria del trabajo y de la producción y, finalmente, cansancio y depresión”

“La transformación global de la cultura y los negocios no es progresista ni está marcada por los equilibrios. Las posibilidades tecnológicas de los nuevos media se inscriben en un marco de relaciones globales que son violentamente desiguales respecto a las capacidades de producción y distribución. Su desarrollo está sesgado por intereses económicos y militares que nada tienen que ver con la cultura en un sentido global, humano.”

“Un mundo donde lo que vale no es el ser, sino el aparecer, aunque el placer exige cierto ocultamiento, lo contrario de esta desnudez y transparencia pornográficas, cuyo ejemplo más evidente sería Facebook. Del capitalismo, donde lo esencial era el tener, pasamos a una sociedad neoliberal exhibicionista, donde lo fundamental es “aparecer”.
La sociedad de la transparencia valora la exposición. Cada sujeto “es su propio objeto de publicidad. Todo se mide en su valor de exposición. La sociedad expuesta es una sociedad pornográfica”. Vivimos en un mundo que tiende a la hipervisibilidad, un espacio sin secretos ni
misterios ocultos. A la sociedad de la transparencia toda distancia le parece una negatividad que hay que eliminar: constituye un obstáculo para la aceleración de los ciclos de la comunicación y del capital.”

(Fragmentos del artículo : “Byung-Chul Han: la sociedad de la transparencia, autoexplotación neoliberal y psicopolítica. De lo viral-inmunológico a lo neuronal-estresante”, publicado en Nómadas, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, octubre 2017)

 

"BYUNG-CHUL HAN: LA SOCIEDAD DE LA TRANSPARENCIA, AUTOEXPLOTACIÓN NEOLIBERAL Y PSICOPOLÍTICA. DE LO VIRAL-INMUNOLÓGICO A LO NEURONAL-ESTRESANTE".

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